México cuenta con la única manifestación física de una Entidad de elevadísima vibración que se materializó de forma real a través de un lienzo. Ni siquiera hoy en día se ha podido averiguar científicamente este hecho, no se sabe a ciencia cierta cómo se plasmó la imagen de este lienzo carente de pigmentos, pero ahí está la presencia de la Diosa, la manifestación de Gaia en toda su simbología arquetípica, en cada uno de sus detalles. La Virgen de Guadalupe es una virgen morena, como todas las manifestaciones en donde la energía de la Madre se pone de manifiesto. No es una virgen Celeste sino TERRESTRE que pide, implora que se la tenga en cuenta, que se la venere y se la respete como la madre que es, como la sustentadora que es de todos los que en ella vivimos. Ella, Guadalupe, es una Hacedora de milagros, te lo creas o no... Ya sabes que hay cosas que son verdad aunque no nos las creamos.

Pero hay más: la tradición pagana, ya en su día veneraba a la MADRE DE TODOS LOS DIOSES aquí en este mismo lugar; aquí, “en el lugar donde los hombres se convierten en dioses”.

Entonces era llamada COATLICUE, o bien TONANTZIN, que literalmente quiere decir: la madre de todos los dioses. De ella se conserva una escultura repleta de simbolismo. Su origen es Maya – Azteca, con marcada herencia atlante.

Las ofrendas a la Virgen las podemos encontrar con frecuencia en los abundantes y bellos rincones mexicanos. “Lupita” es quizás la verdadera fuerza espiritual del pueblo mexicano de hoy en día.