Cuenta una leyenda que cuando la soberbia espiritual apartó a los Iniciados Aztecas de su herencia Atlante, los sacerdotes oscuros empezaron a realizar rituales de sangre.

De entre ellos, uno de los más horrorosos del que se tiene registro histórico era el llevado a cabo en Teotihuacán, en la pirámide de la Luna: el sacerdote desollaba vivas a algunas bellas jóvenes y con su piel se “confeccionaba” un traje ritual para poder tener mayor y mejor dominio de las fuerzas de la naturaleza, usurpando el poder de la Diosa.

Quizá sea éste el origen del porqué el pueblo mexicano tiene integrada en sus costumbres la presencia de la muerte de una forma alegre y sin dramatismos, como lo muestra su particular folklore, y es que para eso los Mexicas, la Casta de Guerreros por excelencia, son capaces de adornar con colorines y tequila hasta a la propia muerte.

Hoy en día, los rituales de los concheros, en su significado mas profundo, aúnan la fuerza de unión de lo masculino y lo femenino, rindiendo especial tributo a la madre tierra con sus bailes, danzas, instrumentos y ofrendas.