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Desde que recibí la carta de invitación a contar nuestra experiencia la verdad es que no sabía como compartir lo allí vivido en Glastonbury-Avalon pero ayer tuve un rayito de luz.

Y digo que es difícil porque yo soy una persona que suelo ser muy catártica y mis percepciones emocionales pasan por varios estadios en viajes y situaciones como estas vividas en esta Semana Santa.

Pero este viaje no ha sido así, veía y compartía como mis compañeros les ocurrían situaciones a las que yo estaba acostumbrada en mí. Lloros, conexiones, emociones reprimidas, vuelcos, aperturas. Y yo intacta desde una serenidad y una alegría inusual en mí en este tipo de viajes hacia el interior.

Desde esa serenidad me di cuenta de que no me ocurrió nada de estos momentos efervescentes porque estaba en casa, no tenía que integrar nada solo tenía que cerrar los ojos y directamente estaba en el otro lado en Avalon. Realmente viví en el no tiempo.

En el Jardín de las Hadas se me invitó a hacer un ritual de casarme conmigo misma y accedí gustosa y ahí fue el primer momento en el que me vi entre las brumas, vestida con una túnica blanca y una diadema en la frente, donde se situaba una gran piedra morada a la altura del tercer ojo, estaba rodeada de muchas piras donde el fuego hacía su presencia.

La siguiente vez que me sentí otra vez allí fue en Camelot, al borde de una barca, entre niebla llegué a la orilla y apareció ante mi un edificio donde lo único que veía claro era una gran torre de cuarzo blanco transparente y ese momento escuché una voz que me decía hoy ya has visto suficiente.

La tercera vez fue en el Tor. Y después de leer uno de los mensajes que nos dio Nina en un canutillo de papel. El cual decía que la dama del Lago me trasmitía su herencia, al amanecer tenía que ir con mi espada para obtener sus bendiciones. Pues bien nos volvemos a situar al pie del Tor después de vivir el ritual que allí hicimos fui a un lado cerré los ojos, entre en Avalon, puse mi espada en alto y sentí como a través de mi espada recibía esa bendición, allí en Avalon estaba amaneciendo, allí en Glastonbury eran las 12 en punto del medio día, cuando el sol esta en lo más alto en su cenit.

Magia, ilusión, imaginación, realidad. Lo dejo a tu entera elección. Mi decisión es que yo si lo viví.

Qué difícil resumir este maravilloso viaje, que empezó más allá de este tiempo y este espacio.

Ya en el trayecto hacia Glanstonbury reinaba la sensación de que todos los del grupo nos conocíamos, viajo sola pero no me siento sola, voy con amigos.

Desde el bus veo los campos de cereales, los prados y verdes colinas y empiezan las señales de bienvenida de la diosa, a través de sus mensajeros: cuervos, cisnes, caballos, vacas, perros… y empieza la magia.

El Espino Santo:

Fue impresionante subir la colina casi a oscuras, con un anochecer precioso de fondo y pisando pétalos de rosas… alrededor del espino formando un círculo, una unidad, su hermosa energía nos acogió enseguida y según hablaba Nina vi como una figura de mujer, etérea, blanca, surgía de su propio núcleo y al lado mis queridos unicornios, muchos, dándome la bienvenida. Mi corazón se llenó de felicidad y Nina con su mensaje lo acabó de colmar, gracias Nina por ser mensajera, sacerdotisa y una persona bella por fuera y más bella aún por dentro.

El pozo del cáliz:

Es uno de los sitios que más deseaba ver y no me defraudó sino todo lo contrario, fue uno de los lugares que repetí. El trabajo fue emocionante, hicimos muchas cosas allí, la iniciación fue hermosa y emotiva, la boda celta tierna, muy tierna, el dibujar como niños ni te cuento y el trabajo en la fuente de los 8 ochos también. Cuando cada uno tomó su rumbo me senté en un banco a escribir y me acompañó un pequeño y precioso petirrojo. Recogí agua en la fuente del león y la sentí super revitalizante.

La Abadía:

La verdad es que no me esperaba, al verla por fuera, que fuera tan impresionante y tan grande, visitamos la tumba de Arturo y ahí no sentí nada pero cuando me acerqué a lo que se supone que fue el altar me volvieron a dar la bienvenida los unicornios y un susurro en mi mente me emocionó: "bienvenida, esta es tu casa" y luego nos unimos de las manos Fany, Eva y yo y la energía del lugar nos transportó a otro lugar, a recordar lo que fuimos…

Después me fui de compras y¿ que encontré? Un unicornio de cristal de cuarzo, mis queridos seres cristalinos también me decían de mi conexión con los unicornios.

El Tor:

Temprano tomamos el camino hacia el Tor, antes de subir bebemos de la fuente del dragón rojo y la del dragón blanco, subimos recorriendo el laberinto de la diosa con nuestra mente y nuestro corazón, hasta llegar a la torre, todos juntos, recibidos por el arcángel San Miguel, envueltos en su rayo azul. El viento empieza a hablar como solo él sabe hacerlo, a cada uno, en el silencio, trayendo la energía renovadora, desprendiéndonos de lo que nos sobra. Las mariposas nos rondan, buena señal.

Recibimos la 3º iniciación, voy con Fany y Eva, mis hermanas celtas, sacerdotisas y guardianas, juntas de nuevo, avanzamos con la ayuda de Nina, dejándolo todo atrás, despacio cruzamos el portal y nuestra partera Nina nos inicia con amor, y una energía color fucsia púrpura se forma entre nosotras y el amor y la felicidad embargan mi corazón, cuantos regalos.. para cruzar al otro lado, donde naces de nuevo, está mi querido Jorge, maravilloso canal, caballero y templario, mi partero, canal de amor… gracias. Cuando salgo entierro una punta de amatista, mi pequeña semilla.

Dog y Madog:

Bajamos la colina del Tor y vamos al encuentro de un viejo matrimonio, describir lo que sentí con ellos, sobre todo con ella sería casi imposible porque fue como un reencuentro muy esperado, después de mucho tiempo, pero con el sentimiento de que siempre estuvimos unidos, otra vez se desbordan mis lágrimas, mis queridos árboles celtas.

La capilla de María Magdalena:

Como todos los trabajos que hicimos contigo Nina fue emocionante, tierno, lleno de amor, de gratitud y de mucha unión, integramos la energía femenina y masculina en una sola, apenas recuerdo las palabras pero sí quedó grabado lo que sentí, es para vivirlo, no para contarlo.

Wells:

La catedral impresionante pero lo que me cautivó fue el Cristo tallado en madera, que está ascendiendo, en vez de crucificado como lo representan siempre. También me encantó el cisne del lago que se paseó delante de mi muy señorial, para que le hiciera el reportaje fotográfico.

Stonehenge:

Esperaba que me impresionara más, fue como si ya lo hubiera visto muchas veces, no se algo raro. De todas formas con tanta vigilancia no me relajé.

Camelot:

Qué preciosidad, caminamos en fila y en silencio, me encuentro una pluma pequeña de cuervo y la regalo al viento sin saber lo que íbamos a hacer, que bonito el trabajo de la paz y me encantó ser sembradora, me siento muy unida a la naturaleza y los cantos vocálicos una pasada, parecíamos verdaderos cantores. Me encantó la energía del lugar, había un pequeño y mágico bosque de enormes setas, la que fotografié parecía una sombrilla y un árbol que tenía cara, duendes y duendecillas, como Carmen y salvador, pepe, Ana Belén del Perú ja ja y muchos más que rondaban por allí. Me apetecía bajar sola por ese camino y disfrutar de los pájaros, árboles, silencio y plenitud, bajé como si fuera flotando, llena de todo lo bueno que una pueda desear.

A la noche hicimos la última reunión de grupo, que pena. Que trabajo más bonito vernos y sentirnos como niños, cada uno con su dibujo y con sus fotos, me encanta la foto con el flotador, era muy feliz, muy niña, muy inocente; la iniciación recibida de nuestra niña o niño interno, la espada introduciéndose dentro de mí, en mi corazón, así puede protegerme desde el interior, en cada momento, su magia vive en mí…y el vuelo con el dragón fue una experiencia que todavía hoy no sé explicar, no sé donde me llevó mi dragón a velocidad de vértigo, vi tantas cosas y fue tan intenso que apenas recuerdo, pero el mensaje era que debería volver.

La última mañana la quise exprimir bien y junto a mis amigas subí a la colina y pude contemplar la belleza del espino santo bajo el sol, allí nos enseñaron un ejercicio de gratitud Adela y Pepe, me encantó poder compartir con ellos el amor que movimos allí. Otra vez las mariposas revoleteaban y se paraban sin miedo alguno a nuestro lado, somos las niñas y niños mariposa ja ja. Después fuimos al jardín del pozo y también disfruté mucho porque no había casi nadie y se respiraba algo especial, otra vez se hizo visible nuestro amigo petirrojo que estaba cortejando a su damisela, que gracioso, tan gordito… quedé fascinada del agua que pasaba por el canal de la fuente y veía brillar como haditas y el agua parecía fuego, como las alas del dragón, le hice varias fotos muy especiales.

Quiero dar las gracias a todos los amigos que han compartido de nuevo en estas tierras, experiencias del alma, y sobre todo a mi amiga Nina, no sé cuántas vidas hace que nos conocemos pero sí que nos volvemos a reencontrar en cada una de ellas y solo para compartir nuestro sentir, gracias a todos y hasta pronto.

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