Día 16 de Abril: Wearyall o La Colina de las Ballenas.
Alrededor
de las 13´50 horas llegamos a Bristol, donde atrasamos el
reloj una hora.
Allí nos espera un autobús que nos conduce hacia Glastonbury.
La campiña inglesa se extiende ante nuestros ojos, verde,
frondosa, adornada de múltiples variedades de preciosos árboles.
Atractivas casas solariegas se alzan aquí y allá,
como iglesias paganas.
Por la tarde haremos
el primer ritual de toma de tierra en la colina de Wearyall, llamada
también colina de las Ballenas.
Con las palmas de las
manos y las plantas de los pies desnudos sobre la hierba nos anclamos
a la Madre Tierra para que nos acoja y absorba todo lo negativo
que podamos arrastrar, ya sea físico, emocional, etérico,
etc.
Yo comienzo con la sagrada
respiración maya del “aliento divino”, que me
libera de las cargas físicas y emocionales que he ido almacenando
y que se plasman en una gran presión en el pecho, debido
también al tabaco.
El poderoso aliento surte un efecto renovador en mis pulmones, que
se abren y expanden, deshaciendo y expulsando esa presión.
Frente a nosotros –que
nos hallamos sentados al lado del árbol llamado Espino Albar
o Espino Sagrado- se yergue el “Tor”, en el centro de
otra colina similar a la que nos encontramos.
El cansancio del viaje y la paz que se respira en este lugar colaboran
para que el silencio reine en el ritual de primera toma de contacto
con Glastonbury, con Avalon.
Nina nos entrega unas
semillas que enterramos, cada cual donde su voluntad o su corazón
lo lleva en esta calma colina, donde se cuenta que José de
Arimatea plantó su cayado, justo en el mismo lugar donde
ahora crece y florece cada año el Espino Blanco, pequeño
y precioso.
Día 17
de Abril: El Tor. Cadbury y Camelot.
Colina del Tor.
Tras un reparador descanso, amanecemos temprano y alrededor de las
7´45 partimos hacia la Colina del Tor, en cuya cima se ubica
una imponente torre, que al parecer es el único resto de
la desaparecida Iglesia de San Miguel, bendito Miguel protector.
A primera hora de la tarde partimos hacia Cadbury, a Camelot. Lugar
mágico que me hace sentir pletórica, no sé
por qué; incluso se me esfuman los dolores de espalda y de
piernas que esos días venía soportando como un lastre.
Durante la subida me encuentro dos fósiles.
Frente a un enorme campo
de trigo, salpicado de ovejitas, pequeñas, lejanas, pongo
a funcionar la cámara de fotos, con la ilusionada esperanza
de que capte algún atisbo especial de los pasados círculos
que se forman ahí cada año, cuando el trigo está
muy crecido.
Con la vista puesta en ese precioso campo lanzo una bonita pluma
de paloma que me encontré en Madrid, en un parque pequeño
de mi barrio, un día o dos antes del viaje, lo que supone
que su búsqueda me mantuvo ojo avizor a diario durante un
par de semanas antes del viaje, como una niña esperando encontrar
un tesoro.
Día 18
de Abril: El Pozo del cáliz...
Despertamos a las 8 horas.
Hacia las 10 salimos hacia el Pozo del Cáliz (Chalice Well)
Pasamos prácticamente
todo el día en este mágico y sagrado lugar cuajado
de jardines, fuentes y rotondas, con multitud de flores, árboles
y arbustos. Es como si estuviéramos en el Paraíso.
Realizamos una meditación en el Pozo del Cáliz. Por
encima de él dos árboles custodian la entrada a otra
dimensión y seguramente también el Pozo Sagrado.
Dos enormes tejos se
yerguen en el centro de un círculo de césped bajo
el cual desciende la Fuente del Infinito o de los Ochos. Bajo esta
fuente hacemos una meditación de purificación de las
emociones.
Yo me planteo mis temores, mis miedos irracionales y mi desconfianza
a “Ver” ¿ángeles y demonios?
Visualizo un murciélago negro, cegato, que va descendiendo,
golpeándose en los bordes de la fuente. Al llegar abajo intento
visualizar un ave, un cuervo con sus plumas negras lisas y relucientes.
Ya mediada la tarde abandonamos
este delicioso lugar y nos dirigimos de nuevo camino arriba, un
buen trecho, para visitar dos vetustos árboles, Gog y Magog,
los más antiguos de Bretaña.
Se trata de dos árboles inmensos, leñosos, viejos
y acogedores, que nos reciben en sus cuerpos antropomorfos y sabios,
y siento que me transmiten una energía reconfortante y serena.
Regresamos a Glastonbury cansados y felices después de tan
acogedora visita.
Por la noche salimos
a dar una vuelta con Margarita y Mª Rosa, dos cordobesas cálidas
y divertidas, sobre todo la primera. Pasamos una corta velada en
el Café “La Galatea”, y volvemos al hotel a descansar.
Día 19
de Abril: Abadía de Glastonbury.
Por la tarde: Catedral de Wells.
Día 20 de Abril:
Por la mañana visitamos la Iglesia de San Juan Bautista,
José de Arimatea (Glastonbury)
El relato de estos dos días se me quedaron en el tintero.
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